No puedo creer que hace 13 años registré la marca en el IMPI… Y años antes fué cuando empecé haciendo jabones en mi cocina de estudiante foránea en Monterrey estando aún en la Ingeniería… Han pasado vidas, literal… Me casé, viví unos años en Playa del Carmen…tuve a Diego y a Inara, me divorcié y regresé a Monterrey. Personas llegaron y también personas se han ido… Aún recuerdo esa ansiedad que sentía de estar investigando sobre la industria de la belleza y sentir que debía formular algo mejor, algo diferente y añadir esa magia que la herbolaria ancestral nos regala para conectar con la tierra…
No tenía idea del camino que se venía y justo esa ingenuidad es la que hace que los emprendedores sigamos adelante supongo; esa fé y esas ganas de que las cosas se hagan mejor, con más respeto y que nos lleven hacia un nuevo camino como humanidad. ¿Que si he tenido ganas de tirar la toalla? Muchas… pero también creo que muy dentro de mí sé que esto es una misión , una misión que no tiene plan B.
Muchas veces hemos llegado a nada de quebrar, ¡claro! tampoco para AHAL ha sido fácil… Pero se han atravesado en el camino ángeles y maestros que nos siguen guiando para continuar, ha cambiado el modelo de negocio no se cuántas veces, ya perdí la cuenta de cuántas personas han pasado por el laboratorio y el dinero invertido… qué digo dinero… ENERGÍA invertida… Y no me arrepiento de nada; AHAL ha sido mi gran maestro.
Hemos estado tantos años sumergidos en el consumismo y la belleza llegó a tener un significado tan alejado de lo que en verdad es; que nos ha tomado más tiempo del que creía regresar a nuestras raíces y a resignificar lo que es ser BELLA. Recordarle a la mujer que no debe cubrir todo lo que ella es; que sus productos no deben oler a fragancias sintéticas para hacerla sentir bella, que más que el empaque es lo que se lleva dentro, que nuestras raíces ya sabían cómo cuidar la piel en armonía con la naturaleza y que el verdadero lujo es estar saludable y plena.
Hoy agradezco cada ingrediente increíble que nos da la tierra, cada tabla de Excel, cada caja de producto mal impresa, cada quincena que casi no se paga, cada inversionista que me dijo que NO, a los que me siguen diciendo que SÍ, a SEPHORA, a mi equipo de vendedores fiera, a mi equipo de lab, a mi equipo administrativo, también agradezco cada nueva mujer probando la alternativa AHAL, cada peso invertido, cada persona que sigue creyendo en esto y mi porra favorita; mi familia AHAL y mi familia de sangre… ¡los amo!
Por Iliana Loza, CEO y founder de AHAL
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