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Cómo hice las paces con mi piel acneica

Por: Griselys Femayor

Pasé años convencida de que mi piel me odiaba. Aunque he seguido al pie de la letra la santa trinidad del skincare: limpiar, tonificar e hidratar, mi piel con tendencia acneica siempre ha estado lejos de lucir perfecta. Quienes han lidiado con este problema saben lo emocionalmente desgastante que es: sin importar lo que hagas las imperfecciones solo aumentan, te cuestionas (¡o peor, otros te cuestionan!) sobre todo lo que no haces o estás (supuestamente) haciendo mal, y básicamente pierdes el control sobre tu propia imagen. No es bueno para nuestra autoestima.

Lo cierto es que, el acné es una condición multifactorial (genética, cambios hormonales y/o estrés son los sospechosos habituales). Descartando los dos primeros y asumiendo que no soy una persona zen, seguí tratamientos cosméticos y dermatológicos que, ¡oh sorpresa!, desequilibraron mi piel aún más. Y es que, a menudo, las fórmulas cosméticas tradicionales tienen un efecto sumamente astringente que obliga a la piel a producir más sebo para combatir la deshidratación provocada, agravando el problema original.

Durante años estuve atrapada en ese círculo vicioso, “siguiendo las reglas”, frustrada, sin mayores resultados. Hasta que decidí parar de agredir mi piel: eliminé los químicos abrasivos de mi rutina y la reduje al mínimo. Comencé a investigar sobre opciones más gentiles, y fue así como di con el exfoliante/mascarilla de Ahal sin el que ya no puedo vivir (¡siempre tengo un backup!) y que deben probar sí o sí para que queden tan enamoradas como yo.

Ideal para regular la grasa y matificar la piel sin deshidratarla, pues combina el poder astringente del tepezcouite y 5 arcillas que desinflaman la piel, más aceites naturales, me ayudó a controlar los brotes y a reducir la intensidad de la hiperpigmentación post inflamatoria aka: manchas; comencé a ver mi rostro de nuevo debajo de ellas, y a finalmente hacer las paces con mi piel.

15 minutos, 2 veces por semana, son suficientes para mantenerla suave y en equilibrio. Me gusta usarla después de pasar todo el día maquillada o para preparar mi piel cuando necesito que el maquillaje me dure horas, ya que para esto es fundamental que esté limpia e hidratada. Me encantaría decirles que me acuesto a esperar que actúe mientras me relajo con un par de rodajas de pepino sobre mis párpados y sorbo una taza de té, pero lo he dicho: no soy una persona zen. Generalmente la dejo actuar mientras cocino o trabajo en casa, después la retiro frotando suavemente para remover células muertas. Hidratación y exfoliación en un solo paso: perfecta para las que vivimos en modo multitasking. ¡15 minutos de bienestar y #selfcare en medio de un día lleno de actividades! Además se trata de un producto vegano y eco-friendly; no es la típica mascarilla de papel desechable que contamina el planeta, y puedes reusar el envase.

 

Quiero aclarar que el acné sigue allí, pues no existen soluciones mágicas, pero los 2 ó 3 granitos que me salen ahora no se comparan con los días en que, literalmente, prefería no salir de casa ante lo irritada que estaba mi piel. ¡Estoy feliz de ser parte de este despertar a la belleza consciente y de haber encontrado un producto que aporta beneficios reales a mi piel al tiempo que cuida del planeta!

IG: @tulipsandheels

 

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